Le manifestaba el otro día a una amiga mi extrañeza por el hecho de que un personaje como Floriano ocupara un puesto de tanta relevancia en el Partido Popular. «Pues está muy claro», me dijo. «En todos los partidos necesitan de un tonto en el que la gente pueda descargar su enfado, dejando así incólumes a los que de verdad mandan».
Me vino a la mente esa... probablemente leyenda, antes que realidad, según la cual en muchas grandes fábricas de Japón hay colgados del techo unos monigotes, cual sacos de boxeo y apariencia de ejecutivo, a los que los explotados trabajadores nipones golpean ferozmente en sus minutos de descanso para descargar su ira.
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